Adrián Palapa: Trazos de una vida en línea fina

Adrián Palapa: Trazos de una vida en línea fina

A finales del verano de 2021, mientras recolectaba información para un ex-ligue sobre El Baile de los 41aquel evento que escandalizó a la siempre recatada y mayoritariamente hipócrita sociedad mexicana hace poco más de un siglo—, me encontré con un artículo que incluía la foto de un tatuaje de la famosa caricatura de José Guadalupe Posada. Hice click en el enlace y me llevó al perfil de Instagram del tatuador Adrián Palapa. Sin pensarlo mucho, me animé a escribirle, y unas semanas después nos encontramos por primera vez en un estudio pequeño al sur de la Colonia Roma.

Tres años más tarde, durante un viernes soleado a mediados de diciembre del 2024, nos volvemos a encontrar en otro estudio en la Roma. Adrián es el primero en proponer que hagamos la entrevista como una plática amena mientras me tatúa. Y así, pocos minutos después, nuestras palabras suenan al unísono junto con la aguja que perfora mi piel en diferentes ritmos y trazos.

Adrián Palapa (@diablodemar) es un talentoso tatuador mexicano transmasculino (él/elle) de 31 años que actualmente trabaja y vive en la Ciudad de México. A pesar de haber nacido en Ecatepec, Estado de México, Adrián se considera originario de Los Cabos, Baja California Sur, donde vivió su infancia y preadolescencia y que recuerda con un cariño especial:

Adrián: Tengo muchos [recuerdos]; la neta me gustaba mucho andar en bicicleta. Siento que aquí [en CDMX] como que ya no es nada fácil andar en bicicleta en las calles con tus amiguitos. Allá era muy sencillo.

» Me acuerdo mucho también cuando salimos de la primaria. La playa nos quedaba como a 10 minutos caminando, y era tan tranquilo que nuestros papás nos dejaron ir saliendo de la ceremonia [de graduación] a la playa. Nos fuimos todos mis amigos y yo a meternos al mar con nuestro uniforme, y a andar jugando en la arena. Es de los mejores recuerdos que yo tengo de esa época.

Los Cabos, además de haberle brindado un inmenso amor por el mar y una infancia tranquila, también le permitió crecer sin etiquetas:

A: Sí siento que fue como una experiencia muy chida haber crecido allá y vivir mi infancia allá. A pesar de que era un pueblito donde, claramente, no había mucha llegada de conceptos, identidades, ni de orientaciones, siento que, al menos, mi infancia la pude vivir sin esta carga social. Nada más estar en la playa y con mi familia. Siento que fue una infancia chida, muy libre.

Aún creciendo sin etiquetas, Adrián siempre supo quién era:

A: Siento que desde que estaba muy chiquito, en realidad. Mi mamá tiene muchas historias donde dice que yo agarraba la ropa de mis primos y me la ponía, y me miraba en el espejo y hacía caras como si yo fuera un galán. Entonces mi mamá se empezó a dar cuenta de que mi identidad y mi género se estaban yendo a otro lado. Desgraciadamente, en ese momento no había tanta información sobre lo que era tener una infancia trans. Mi mamá se acercó a pedir ayuda y le dijeron que no era nada, que solamente era una fase y que no tenía que hacer nada. Hasta la fecha mi mamá se siente un poco mal de no haber buscado otras opciones, pero siento que esa situación siempre estuvo ahí.

Adrián comenta que existen bastantes aciertos y desafíos al identificarse como una persona trans.

A: Siento que te encuentras dentro de muchas situaciones. Primero siento que las personas trans crecemos con la idea de que nadie nos va a querer o que nadie nos va a desear. Entonces pienso que las personas trans a veces permitimos muchas violencias en lo público y en lo privado por la idea de que no merecemos amor.

» Por otra parte, entiendo que las mujeres trans tienen una lucha más visible en el sector público, pero nos invisibiliza a los hombres trans. Siento que muy pocas personas entienden que es ser un hombre trans y no entienden necesidades como el aborto libre y seguro. Ese tipo de cosas nos ponen en situaciones de mucha vulnerabilidad.

» [Además de quitar] la idea de que una persona trans sólo es trans si se somete a procedimientos hormonales o quirúrgicos. Una persona trans es trans sin importar si está masculinizada o feminizada según [sea] su género. Siento que eso también representa, de alguna manera, un privilegio: que en la óptica patriarcal yo pertenezca a “ellos”. A final de cuentas, vivir siendo como… un traidor, pues es lo cabrón y lo que te exige estar buscando de qué otras maneras ayudas a los que vienen atrás de ti.

A los 16 años, Adrián regresó a Ciudad de México para vacacionar. Sin embargo, su estadía terminaría prolongándose más de lo que había imaginado. Pensó que tendría más oportunidades académicas y laborales si se quedaba. Inicialmente, su tirada fue estudiar una especialidad en alimentos y bebidas dentro de la carrera de Turismo, con la intención de abrir un restaurante con su papá, quien es chef. Pronto se dio cuenta que ese camino no era para él y desde su esencia escéptica comparte que:

A: Encontrar el tatuaje para mí fue eso: abrirme una puerta de posibilidades, donde puedes ganar chido y conocer otras personas. Eso habla de mis vivencias a lo largo del tiempo. Siempre he sido muy disruptivo, como que no me gusta ir siempre en la misma marea que todos. Me gusta cuestionarme a dónde estoy yendo. El hecho de estudiar una carrera te puede brindar cierta ilusión de seguridad, pero en realidad no sé. Para mí la seguridad te la haces todos los días con lo que estás haciendo y si disfrutas lo que haces.

La constancia, la disciplina, así como el cuidado del cuerpo y de la mente son algunas de las bases que Adrián tiene muy establecidas para sus rutinas de trabajo:

A: Mi ritual no lo hago aquí [en el estudio]; tiene que ver mucho con cómo me preparo para llegar acá. No puedo salir de mi casa para tatuar sin antes tomarme un café. Venir en bici me ayuda mucho a despejarme, concentrarme y prepárame para lo que voy a hacer. Cuando no me vengo en bici llego más descolocado, ¿sabes? Soy una persona que, a veces, vivo mucho en mi cabeza; la bici me recuerda estar presente aquí y ahora. El tatuaje también es eso; no puedes nada más estar pensando en mil cosas. Tienes que estar presente en lo que estás haciendo.

Por lo general, los tatuadores pasan por una serie de procesos (profesionales, técnicos e higiénicos) para garantizar una experiencia positiva, responsable y segura para sus clientes. Dentro de estas fases, la parte favorita de Adrián es:

A: Cuando me pagan. [Risas]. La neta me gusta mucho cuando lo estoy haciendo, platicar con la gente que viene. A lo mejor no me gusta preguntar por qué se están tatuando equis cosa, porque a veces puede llegar a ser muy personal. Hablar con las personas te deja ver por qué están eligiendo ese tipo de diseños. Ese momento de conocer y ver a la gente se me hace muy chido; platicar y recordarles que este es un lugar de confianza. Siento que habla mucho de cómo llevo yo mis relaciones fuera del tatuaje: también siempre ser un espacio de confianza, donde puedas platicar o enunciar si algo te duele o si quieres pausar o si quieres un espacio.

En el marco de toda profesión existen anécdotas peculiares, peticiones extrañas o momentos inesperados que pueden marcar la experiencia dentro del oficio. Adrián comparte cuáles han sido las más memorables hasta ahora:

A: Un wey me dijo que quería tatuarse un sol. Cuando se iba acercando la fecha del tatuaje, como que él se estaba haciendo menso de decirme dónde lo quería. Al final lo quería en el ano y [mi reacción] fue como de: mmm… no, no. Eso ha sido lo más raro que me ha pasado y que tuve que decir que no, porque siento que es otra piel distinta… también hay que ser muy humilde y aceptar cuando no estás preparado para hacer ese tipo de cosas.

Hacerse un tatuaje es una experiencia única. Es por eso que experimentar un espacio libre de juicios, donde hay buena comunicación y entendimiento, así como apertura y creatividad, son parte de los indicadores correctos para determinar que estás en un lugar seguro. Sin embargo, el tatuador también tiene que sentir, intencionar y propiciar el espacio de la misma forma.

A: Me gusta hacer lectura de la gente desde antes. Desde ver cómo te cotizan por mensaje ya te muestra una vibra de cómo es la persona. La neta es que lo hago por mi seguridad y mi comodidad. Volvemos a lo mismo; creo que algo que representa mi trabajo es ser un espacio cómodo y un espacio seguro, pero no nada más para mis clientes, sino para mí también. No puedo aceptar tampoco a cualquier persona. No puedo hacerlo si estoy tenso o si no me la estoy pasando bien. Tampoco si están diciendo cosas que son incómodas o incorrectas.

Comparativamente, Adrián percibe su camino en el mundo del tatuaje como espejo de su persona:

A: Es muy de mi historia de vida no quedarme en un lugar; siempre estoy cuestionando mucho y me estoy moviendo. No me gusta sólo estancarme en algo. Cuando empecé a tatuar, me enfoqué mucho en hacer líneas porque pensé que era lo más sencillo o que a mí se me daba muy bien. Me pasé de las líneas delgadas a líneas muy delgadas, y de las líneas muy delgadas, me pasé al puntillismo. Ahora del puntillismo me estoy metiendo más al micro realismo. Siento que uno tiene que ir fluctuando en muchas cosas, la verdad. No me gusta dejar de tener hambre de aprender y de explorar otras cosas: ya logré esto, ¿qué más hay para mí? Siento que el tatuaje se presta bastante para explorar muchas cosas más.

Este 2025, Adrián continúa consolidando su proyecto artístico, pero más allá de lo que construye día con día, una de sus ilusiones como tatuador es convencer a su mamá de que se haga un tatuaje con él. Al mismo tiempo, comparte que ella también es una de las fuentes de inspiración en su vida:

A: La admiro mucho. No sé si es un issue de que los hijos gay siempre quieren a su mamá [risas], pero la neta la quiero muchísimo. Es la persona más amorosa, hermosa y gentil que yo he conocido. Ella me inspira siempre a hacer las cosas bien. También mi hermana y mi novio, la neta; como que a veces los veo y digo: wow, ¿cómo que estas personas tan increíbles existen y quieren estar conmigo? Cuando me pongo a ver más a detalle, estas personas existen y existen conmigo porque también ellas ven cosas increíbles en mí.

La aguja se detiene y nos quedamos platicando de otras cosas mientras Adrián prepara los parches. En ese momento, le comparto la historia de cómo llegué a él esa primera vez.

Me llega el recuerdo de mis primeras impresiones de Adrián como una persona cálida, simpática y acogedora. Pienso que, sin duda, todo lo que platicamos hoy tiene sentido: este lugar (y no me refiero al espacio físico) es una extensión de él; no importa el estudio, no importa el año, no importa el tatuaje. Más allá de ser alguien a quien yo recomiendo siempre por su innegable talento, pasión y vocación, me parece muy importante compartir un poco más de la experiencia que se vive de inicio a fin con él: de entender qué más hay detrás.

Es claro que la combinación de los valores que carga desde su abolengo, mezclados con su pasión artística, y con aquel rasgo que lidera una vida de cuestionamientos, es lo que hace de Adrián alguien tan especial. Cada trazo que realiza marca la piel de quienes lo visitan y reafirma su existencia como un lugar seguro, cariñoso y libre.