Para cogerte siempre hubo tiempo.
Dentro de todas esas cosas,
ponerte en el cielo,
examinarte como anomalía
de lo cotidiano y lo horrible.
Siempre hubo fuerzas y ganas
de acabar contigo,
de despedazar cada línea.
Que de ti no hubiera nada,
sino una masa que untar
en mi corazón amoratado.