Insulto al recato

Insulto al recato

Este poema se lo escribí a Andru, mi novia, un día en el que la hicieron sentir como que sus emociones ocupaban demasiado espacio. Recordé todas las veces en las que a mí misma me dijeron que mi forma de andar por el mundo era incómoda por su amplitud, y de ahí nacen estas palabras que le dedico nuevamente a ella con todo mi amor, para que hoy y siempre recuerde que no tiene por qué hacerse pequeña para nadie.

Las invoco, hermanas.

El día de hoy hago un llamado a tomar espacio.

Nos llaman tortilleras, camioneras, gordas, putas, feminazis, escandalosas.

Nos llaman sensibles, lloronas, idiotas, y todo esto, con la mejor intención de ofender.

Dicen que ocupamos mucho espacio con nuestra rabia, que nuestra tristeza es incómoda. Gritamos demasiado, estamos peludas y no nos sabemos comportar.

Lo único que tengo que decir es que sí ocupo mucho espacio. Si es tanto que resulta incómodo, fue a propósito.

Yo fui.

Esa que cuando tiene dos hombres a los lados en el asiento del transporte público, abre de más las piernas para ir bien cómoda y reclamar espacio.

Esa que se da atascones con su novia en espacios públicos, como lo hace cualquier pareja heterosexual.

También soy la que no tiene pena alguna de llorar largo y tendido cada que se le antoja y en donde se le antoja. Porque dicen que la tristeza ocupa mucho espacio y yo digo que es el espacio que me habían querido robar del que me estoy apropiando.

Todo desbordará de mi alegría, de mi enojo, de mi emoción y de mis lamentos, porque aspiro a la libertad y voy a tomar todo; incluyendo lo que me enseñaron que es incómodo e incorrecto.

Especialmente lo que es incómodo e incorrecto.