No es lo mismo silencio que silenciamiento

La denominada Guerra Sucia en México se inscribe en un paradigma estatal de violencia sistemática ejercida contra sujetos y colectividades que desafiaban los presupuestos ontológicos y normativos del régimen hegemónico del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este periodo histórico que comprende aproximadamente entre las décadas de 1960 y 1980, más allá de su aparente configuración como respuesta coyuntural a movimientos insurgentes, se consolidó como un mecanismo estructural de disciplinamiento social y político.
En 2023 se celebró el evento "Memorias disidentes: encuentro cultural de víctimas de Tlaxcoaque", en el cual, sobrevivientes de la Guerra Sucia compartieron sus testimonios con el fin de visibilizar las prácticas de represión y exigir justicia y verdad. Entre estos relatos, destacan los testimonios de las mujeres trans, quienes fueron objeto de múltiples detenciones arbitrarias perpetradas por las fuerzas armadas del Estado (Sirenio, 2023).
Este análisis se enfoca en la manera en que el sexismo, la cisnormatividad y la transfobia operan como ejes centrales de las estrategias de dominación estatal, considerando las violencias dirigidas específicamente hacia las mujeres trans como una manifestación extrema del biopoder en su acepción foucaultiana, donde la disciplina de los cuerpos disidentes se convierte en una herramienta clave para la consolidación del orden hegemónico.
Desde la concepción foucaultiana, se entiende la microfísica del poder como un conjunto de estrategias difusas y capilares de dominación que operan sobre los cuerpos y las subjetividades, configurando una red de relaciones de poder que no se agota en las instituciones formales, sino que se extiende a los mecanismos cotidianos de control (Vega, 2017).
A partir de los testimonios de sobrevivientes de este periodo, como el de Ema Yessica Duvali en una entrevista realizada para Pie de página (Sirenio, 2023), se observa cómo el poder operaba de manera focalizada sobre cuerpos que desafiaban las normas de género establecidas: “Pudiera ser alguien que caminara en la calle, pero definitivamente a las mujeres trans nos pusieron el dedo, el dedo porque éramos muy visibles y porque salíamos de trabajar a la 1 o 2 de la mañana”.
De manera similar, Verónica López narra en su testimonio las brutalidades sufridas por las mujeres trans a manos de las fuerzas armadas:
Nos quitaban todo, en ese entonces no podíamos tener una casa o departamento digno, porque ellos llegaban a nuestras casas y se llevaban todo y no podíamos levantar la voz, si uno protestaba era uno golpeada; por tantos golpes perdí el oído, de verdad era un horror lo que vivimos. Quedé mal de mis oídos dónde me golpearon, quedé mal de mis piernas por tantas patadas que recibí, perdí la dentadura por tantos golpes; tenía 15 años cuando ellos me tiraron mis dientes (Sirenio, 2023).
En este contexto, Borjola (2019) introduce una variable clave al modelo foucaultiano: el sexismo como eje constitutivo del ejercicio del poder en su dimensión microfísica. Este poder, además de operar en los cuerpos femeninos en general, adopta una configuración específica cuando se dirige hacia las mujeres trans, quienes encarnan una disidencia ontológica y epistemológica frente al binarismo de género que sustenta el orden patriarcal y cisnormativo.
Durante la Guerra Sucia, las mujeres trans fueron objeto de torturas sistemáticas que excedieron los objetivos represivos tradicionales. Esta violencia no sólo respondía a un intento de desarticular movimientos de resistencia, sino que se configuró como un dispositivo biopolítico orientado a la erradicación, tanto física como simbólica, de todo aquello que consideraba ajeno al orden establecido. La violencia de Estado no sólo fue sexista, sino también cisnormativa y transfóbica, al desplegar tecnologías de poder diseñadas para disciplinar cuerpos que desafiaban las normativas patriarcales.
En este sentido, las estrategias de control y disciplinamiento utilizadas durante la Guerra Sucia no se limitaban a las acciones coercitivas directas, como la desaparición forzada, la tortura y la violencia sexual, sino que, además, tenían como objetivo disciplinar y someter a los cuerpos, inscribiendo en ellos relaciones de poder que operan tanto individual como colectivamente.
Así, se hace evidente el carácter “capilar” del poder: los cuerpos de las víctimas se convierten en textos sobre los cuales el Estado inscribe un mensaje de dominación y normatividad que trasciende el ámbito físico, consolidándose en el dominio simbólico (Segato, 2003). La tortura sexual, en particular, no debe ser comprendida únicamente como un acto de naturaleza individual o instintiva; como señala Segato (2003), esta se erige como una herramienta política que trasciende lo privado y se instala como un mensaje dirigido al cuerpo social en su conjunto.
La violencia sexual, entendida como una herramienta de disciplinamiento territorial, adquiere una dimensión performativa al ser ejercida sobre los cuerpos de mujeres y, particularmente, de mujeres trans, quienes representan una ruptura epistémica frente a las normatividades patriarcales y cisnormativas. El cuerpo femenino ––y, en este caso, el cuerpo trans–– se configura como un espacio de disputa simbólica y política, donde el Estado y el patriarcado inscriben un mensaje de control y subordinación colectiva.
Por lo tanto, la tortura sexual opera como un mecanismo pedagógico en el que el dolor y la humillación funcionan como prácticas performativas destinadas a disciplinar no sólo a las víctimas directas, sino también a las comunidades que representan (Segato, 2016). Al violar el cuerpo de las mujeres trans se reafirma el poder de quien la ejerce y advierte sobre las consecuencias de transgredir las normas sociales. En el caso de las mujeres trans, este mensaje era claro: cualquier desviación de las normas de género y sexualidad sería castigada de manera ejemplar.
Finalmente, la lucha de las sobrevivientes trans por justicia, verdad y memoria desafía las narrativas oficiales que intentan silenciarlas y negar su lugar en la historia. Al reconstituir su historia y exigir el reconocimiento de sus vivencias, las sobrevivientes reconfiguran el horizonte de la justicia, cuestionando la hegemonía patriarcal y cisnormativa.
Memoria como contra-pedagogía: justicia y reconocimiento
La resistencia de las "abuelas trans" no se limita a la denuncia de las violencias sufridas, sino que se inscribe en un proyecto de contra-memoria que confronta la pedagogía de la crueldad instaurada por el poder estatal. En este esfuerzo, la memoria se convierte en una herramienta de justicia que subvierte las narrativas hegemónicas al visibilizar las historias y las voces de quienes fueron relegadas al olvido.
La construcción de esta memoria implica un acto de reconocimiento y cuestionamiento radical a las estructuras cisheteropatriarcales que sostienen las tecnologías de poder actuales. Al exigir justicia y reparación, estas mujeres trans reivindican su lugar en la historia y generan una disputa epistémica que busca transformar las bases mismas sobre las que se construye el poder estatal.
Las "abuelas trans" no son sólo víctimas de un régimen de violencia estatal, sino agentes de transformación que nos exigen repensar la justicia desde una praxis política que integre el cuerpo como eje central de la lucha por los derechos humanos y la memoria colectiva. Así, su resistencia se erige como un testimonio vivo de que, incluso en las condiciones más adversas, es posible disputar las narrativas hegemónicas y construir un horizonte más inclusivo y justo para todas las subjetividades.
Fuentes de consulta
- Barjola, N. (2019). Microfísica sexista del poder. Virus.
- Sirenio, K. (2023, 20 de diciembre). Memoria, justicia y reparación: la guerra sucia contra mujeres trans. Pie de página. https://piedepagina.mx/memoria-justicia-y-reparacion-la-guerra-sucia-contra-mujeres-trans/
- Segato, L. (2003). Las estructuras elementales de la violencia. Prometeo.
- Segato, L. (2016). La guerra contra las mujeres. Prometeo.
Vega, G. (2017). El concepto de dispositivo en M. Foucault. Su relación con la “microfísica” y el tratamiento de la multiplicidad. Revista digital de Filosofa. https://hum.unne.edu.ar/revistas/itinerario/revista12/articulo08.pdf