¿Quién fue José Contreras?

¿Quién fue José Contreras?

Lo has logrado, te has transmutado; eres real,

ya te elevas, vuelas alto y con alas de verdad.

—Joseph L. Contesi

I

Cuando le pregunté a Denisse si se hablaba en el círculo familiar sobre la homosexualidad de su padre se rio fuerte. Y me dijo que no, nunca, nada. Sin embargo, era un secreto a gritos dentro de la familia. Ella se enteró cuando tenía ocho años; en una esquina de Concepción, al sur de Chile, en su camino a casa, mamá grita “Lo que pasa es que tu papá es homosexual”. Asume que debe haber preguntado qué significaba aquello. Lo siguiente que recuerda es el llanto de su madre.

A finales de 1991, los tres habían viajado desde Santiago hasta Concepción, capital de la región del Bío-Bío, a vivir una vida distinta. Al día siguiente, mamá e hija fueron a un centro de llamadas. A Denisse la dejaron fuera de la cabina y asumió que mamá hablaba con sus abuelos, que les contaba sobre su descubrimiento. Lo sabían desde 1992. José era gay.

¿Quién fue José Contreras? ¿Quién fue ese hombre que Denisse recuerda como un padre un poco ausente, aunque no mantiene una sensación de carencia?. Ella tiene cuarenta y dos años. Cuando le pido una anécdota de la infancia, me da dos. Me cuenta de una presentación en la escuela con seis o siete años. Su compañera de curso se enfermó y ella obtuvo el protagónico del baile escolar. Estaba emocionada, pero José no la fue a ver porque siempre llegaba tarde. Su hija recuerda esa mala costumbre entre risas. Ella no llega tarde a ningún lado.

La segunda anécdota es un par de años antes, en kínder. Denisse tenía que hacer una actividad de manualidades, de esas en las que sólo los padres pueden ayudar. José la ayudó demasiado y fueron pillados. En medio del regaño por parte de su madre, ella recuerda la complicidad entre los dos: la jugada por parte de él, el cariño que sólo una hija única puede recibir. Denisse concluye que, como todo padre, fue uno torpe. Uno que siempre llegaba tarde, pero con un regalo bajo el brazo. A sus ojos, él era un mensajero con la responsabilidad de crear un ser humano bueno.

II

José y su esposa Coya fueron padrinos de bautizo de Camila en el año 2000. Seis años antes, cuando volvieron a Santiago, habían conocido a la madre de su ahijada. Ambas mujeres estudiaban el Técnico en Enfermería. El círculo familiar, que Denisse define como los abuelos, incluía también a las hermanas y sobrinos de Coya, y a los esposos de las tres mujeres. Por esos años, Lina y Camila ya eran parte de la familia.

Cuando reviso el archivo de fotos de los Oehlmann-Strahalm le digo a Camila que, en las pocas fotos en las que se encuentra José, él se muestra muy feliz con ella. Veo entre sus brazos un bebé regordete nacido en 1995: es tanto su ahijada como mi hermana. Ella no tiene recuerdos de esos años, pero me comenta de una sensación de seguridad cuando dormía entre Coyita y José, en una cama matrimonial que se encontraba en el segundo piso de Antonio Varas, comuna de Ñuñoa. Antes de comenzar esta crónica, Camila no podía recordar nada de su padrino. Me dice que algunas personas tienen la capacidad de sacar de su vida a la gente sin importar nada más. No sabe si fue porque su madre la quiso proteger del distanciamiento, o por el orgullo de quienes jamás se han llevado bien, pero le parece que todos los adultos olvidaron que ella también quería a José.

Lina lo recuerda como el esposo de su mejor amiga y el padrino de su hija. Ella no habla mal de la gente, menos de los muertos. Aun así, charlamos sobre el incidente de Viña del Mar. Habían viajado desde Santiago hasta la Quinta Región para disfrutar la playa un fin de semana. Y tan amable como era José, también era sumamente cambiante. Ellas cambiaron los pasajes de vuelta en bus y a José no le gustaron los asientos nuevos. El problema radicaba en que los asientos delanteros no eran de su gusto. Entre risas, siempre dicen que se armó la casa de putas. Él les gritó, insultó, trató de lesbianas y se fue. Las dejó solas con todo el equipaje y una niña entre brazos. En vida, José preguntaba cuándo Lina le iba a pedir disculpas. Ahora Coya se pregunta cómo logró llegar antes que ellas a la casa de sus padres.

III

Coya me dijo que fue la persona que mejor conoció a José y que por favor la llame para hacer esta entrevista. Ella es vieja y está sola. Hablamos entonces de Coya y José. Se conocieron en 1978. Ambos vendían esa famosa chequera de los 80 con la que podías pagar un crédito mes a mes y, al finalizar el pago, te entregaban el producto. Trabajaban en Santiago, pero José venía desde Antofagasta, al norte de Chile. Por tres años intercambiaron cartas, primero como amigos y después como pololos. José le pidió matrimonio en 1981, después de que ella lo siguiera hasta Antofagasta, cuando él trabajaba como paramédico en una pesquera. Se casaron un año después en el norte de Chile, por el civil. Se volvieron a casar en Santiago por los testigos de Jehová.

Cuando le pregunto a Coya si sabía que José era homosexual, se queda callada. Nunca dice la palabra “gay”, “homosexual” o “maricón”. Dice, en cambio, que él hacía tonteras con otros hombres, que a las diez de la mañana salía con la excusa de ir a comprar el diario y volvía a las diez de la noche, que inventaba estar en la guardia y, después de eso, ya no sabía nada más de él. Se enteró porque un chiquillo dejó una carta en la casa. No estaba dirigida a ella, pero la leyó igual. Todas las respuestas a las separaciones, a la distancia, a los abandonos, estaban ahí. Ese mismo día fue que le contó a su padre y a su madre, pero no lo dejó. Para eso faltaría un par de años más.

Coya se hartó. Lo echó de casa, pero volvió. Siempre volvía. La relación continuó porque Denisse lloraba pidiendo por su papito y lo mal que la pasaba su papito. El matrimonio retomó la rutina de compartir la misma cama y vivir en la misma casa una y otra vez. El punto de quiebre llegó cuando a Coya le hicieron una histerectomía total. Le dijo a José que no aguantaba más, que cuidara a Denisse esos días que estaría en el hospital y que, a la vuelta del postoperatorio, esperaba no verlo más. Él cuidó a su hija, le dejó una carta y nunca más volvió. Aun así, siguió involucrado con la familia Oehlmann-Strahalm. Iba a ver a sus suegros, les cocinaba, los invitaba a la playa, pero nunca con su hija. Nunca con Coya.

Mi abuela murió en el 2008 y mi abuelo en el 2009. En el funeral del Tata, ese robusto hombre alemán, Coya se dio cuenta de que José respiraba raro, distinto. Le pidió que fuera al hospital, que se tratara lo que fuera que tuviera. Lo que tenía era VIH, pero eso se supo después, al poco tiempo de que pasara tres días en la casa de su hija, enfermo. La última noche, un miércoles, tuvieron que ir a Urgencias. Internaron a José en la UCI. Por primera y única vez, padre e hija hablaron de ese tema tan tabú en la familia. Su padre le dijo “Sí, soy gay”. Y lo fue toda la vida.

El SIDA se estaba comiendo su cerebro. Tres semanas después, José falleció.

Cuando Denisse fue a desocupar el último departamento en el que su padre vivió, sólo había un texto que rezaba «Dios también ama a los gay».

José y Coya nunca se divorciaron. José venía de una familia cristiana, pero fue testigo de Jehová hasta que lo excomulgaron por ser homosexual. José está enterrado en la misma tumba que sus suegros, en Santiago, porque Coya avisó que se estaba muriendo en la UCI, pero nadie viajó por él. José era tímido y amable, pero cuando se enojaba, tartamudeaba de la rabia. José le pidió a su esposa tener otro hijo y ella le respondió que deseaba nunca haberse casado con él. José era rescatista, pero murió trabajando en centros de medicina alternativa, atraído por el estudio del iris. José era un estudioso de la metafísica. José construía castillos en el aire. José le escribió un poema a su hija antes de nacer. José usaba chapas al relacionarse con otros hombres. José pensaba que iba a morir joven, decía que iba a morir joven, y al final lo hizo.

Texto publicado originalmente en la revista Espías Rusos.

Belmar, Catalina. (2025, julio 7). Reconstruir la memoria: ¿Quién fue José Contreras? Espías Rusos. https://espiasrusos.com/catalina-belmar-narrativa/