Rancid Rafflesia’s Place

Rosa, mi rosa favorita, te amo. Un día volveré por ti. Por favor, vive por mí. Vive para siempre
––Rose Petal Place (1984)
Imagen: Sherer, R. (2013) Sweet Williams. Sangre VIH+ y VIH- en papel. 24 x 18 pulgadas.
Pieza de letanía para tenor I:
Cantar lo siguiente, en nombre de todes les ángeles y les santes y de ustedes hermanes:
Ya no me sirves, ya no, zapato negro dentro del que he vivido como un pie. Ya no me sirves, ya no, zapato negro dentro del que he vivido como un pie. Ya no me sirves, ya no, zapato negro dentro del que he vivido como un pie. Ya no me sirves, ya no, zapato negro dentro del que he vivido como un pie. Ya no me sirves, ya no, zapato negro dentro del que he vivido como un pie. Ya no me sirves, ya no, zapato negro dentro del que he vivido como un pie. Ya no me sirves, ya no, zapato negro dentro del que he vivido como un pie…
Cantarlo ad nauseam. Cantarlo hasta creérselo. Cantarlo hasta que sea verdad.
CAST
Brian Gallego Londoño…………………….……………………………….…as Drizella Rafflesia
Fernando Molano Vargas………………………………….…as Nuestra Señora de las Flores
Paulo Quevedo…………………………………..………………………..…as El Hijo del Granjero
Iván Lalinde……………………………………...………………………..…as El ángel presentador
Aurelio Cheveroni………………………………………………as El querubincito acordeonero
Eduardo Capetillo……………………………......………………………………………..as Will Ford
Fernando Colunga…………………………….....……………………………………...as Bill del Río
William Levy…………………………………….......……………………………….as Willy Stanford
Guy Ecker………………………………………..........……………………………………as Billy Copp
Fernando Carrillo………………………………………………………...as Ángel en jockstrap #1
Osvaldo Ríos……………………………………………...………………..as Ángel en jockstrap #2
Luis Meza……………………………………………………....…………..as Ángel en jockstrap #3
Danilo Santos…………………………………………………...…………as Ángel en jockstrap #4
Victor Mallarino…………………………………………………...…………....as Dulce William #1
Miguel Varoni………………………………………………………....………...as Dulce William #2
Drizella Rafflesia, flor pútrida de este jardín, invita a nuestrxs queridxs lectores a escuchar estas piezas antes, durante y después de esta fantasía para poder entender —un poco mejor— lo que está ocurriendo por su corazón. Muchísimas gracias por su colaboración.
PLAYLIST
INTRO …………………………………………..……………………“In The Evening Mist” (1977)
Coro de insectos ………………………….....………...“Cio-Cio san! Cio-Cio san!” (1898)
Lamento de las hermanastr………………………………“Stepsisters’ Lament” (1965)
(Comienza la intro. Un jardín de fantasía, coronado por un rosal inmenso de color rosa. Varias casitas hechas de setas y flores, como si fueran de un set de muñecas. Una parvada de mariposas comienza a revolotear por la pantalla, llenándola de color. De las casitas sale un grupo de bailarinas de cancán, vestidas como rosas de té que comienzan a bailar al ritmo de la música. La cámara enfoca, entonces, hacia el rosal de donde baja un grupo de ángeles con jockstrap sonriendo, rodeando a un hombre hermoso cubierto de flores. El hombre, bailando como prima donna, toca el suelo —tierra negra para la siembra— de donde sale un zapato tipo oxford (igual de negro que la tierra) como si se tratara de un ataúd en una película de terror del expresionismo alemán. Dentro, encogido, se encuentra un hombre vestido como Alicia —la misma de El país de las maravillas y A través del espejo—, con un vestido de hongo y zapatos plateados. Llamémosle “Drizella”. Ahí, encogido, Drizella comienza a narrar la historia).
INTRO
Ya no me sirves. ¡Ya no! Zapato negro en el que he vivido como un pie, sin siquiera moverme o hacer hachís. He decidido crecer de ti, reventarte. Finalmente he decidido crecer fuera de la tierra negra y fértil como lo han hecho todos mis hermanos. ¡Oh, dulces Williams, siempre los he envidiado! Con sus bellas caras y sus bellas vergas y sus pieles de alabastro y sus cuerpos cincelados. Sus cuerpos han radiado una luz en las estrellas que yo nunca podría tener. Y por eso, porque odio la luz, me he escondido bajo la tierra negra y fértil, dentro de ti, zapato negro. Dentro de ti, de tu forma que no he podido entender.
Durante veinte años he estado masticando esta negra y amarga envidia, 7035 días con sus noches rechinando los dientes e insultando los nombres de mis hermanos. Maldiciéndolos, maldiciendo sus vergas y sus culos florecidos. Por el contrario, yo salí de la tierra, pálido, cojo y torcido, con mis extremidades empapadas, como una rana platanera o un rábano a medio cocer. Mi piel de feto se encontraba llena de plumas húmedas y tierra. Por el contrario, mis hermanos se encontraban elegantemente decorados con su ropa de aves del paraíso y sus camisas de flores salvajes.
Eran hermosos Narcisos.
Eran deliciosos Adonis.
Y aún así, yo me veía como una maleza en comparación suya. Sólo la idea de mirarme me hacía sentir como si un coro de insectos me susurrara las palabras.
¿Qué palabras?
¿Qué palabras?
¿Qué palabras?
Las palabras que no debería decir
Las palabras que no debería oír.
(De la tierra sale, así como el ataúd, una escalera de luces. Sobre ella saltan los grillos y las cigarras del bosque quienes, al tocar la escalera, se convierten en hombres —todos igual de blancos y de delgados— cubiertos únicamente con hojas de palma. Las cigarras, en la parte alta, como tenores. Los grillos, en la parte baja, como bajos. DRIZELLA sólo contesta después de que el coro ha hablado).
CORIFEO DE LAS CIGARRAS: Drizella, flor rancia de rafflesia, ¿cuáles son las palabras que no deberías de oír?
Las palabras no podría decirlas, no debería de pensarlas. Y, sin embargo, sabía que eran las palabras que estaban pegadas a mi piel. Mi piel rancia y babosa era la muestra de que no podía ser como ellos jamás.
CORIFEO DE LOS GRILLOS: Drizella, asquerosa flor de rafflesia, criatura horrible y miserable, ¿qué hay en tu piel que no podemos soportarte?
Mi piel es la marca de que yo no puedo encajar, de que entre todos los dulces Williams yo destaco como un pulgar hinchado, de que no puedo compartir sus cuerpos hermosos, y por el hecho de no poder encajar en sus cuerpos hermosos, serán necesarios todos los cinceles y todos los mazos para poder tallar este cuerpo horrible en algo decente.
CORIFEO DE LAS CIGARRAS: Drizella, grotesca flor de rafflesia, ¿por qué insistes en quedarte en este paraíso?
CORIFEO DE LOS GRILLOS: Drizella, flor de los cadáveres, abandona este jardín. ¡Salga de este lugar toda flor que no sea hermosa!
Las cigarras y los grillos, en su celo eterno, no paran de insistir. Habían hecho un nido en mi cabeza. Afuera, les escuchaba entre el césped. Pero sus voces reverberaban en mi cráneo.
Mariquita.
Maricón.
Afeminado.
Desviado.
Por eso, en este, en el jardín de Nuestra Señora de las Flores, me sentía incapaz de existir. Respirar el mismo aire que los dulces Williams me hacía desear volver a la tierra a esconderme. A no ser visto. No podía permitir que se dieran cuenta, ellos también, que estaba dentro de tal red de araña. Que aparte de ser desagradable a la vista, era también el más desagradable de los… homosexuales. Yo, entonces, era la más horrenda de las hermanastras de este jardín de Cenicientas. No tenía un rostro y un cabello hermoso como ellas. No, mi corazón —lleno de envidia— era igual de feo que mi aspecto. Era la Drizella de este cuento, fea por dentro y por fuera.
Pieza de letanía para tenor II
¡Miren esta cara mía!
¡Miren esta horrenda máscara de tiza llena de veneno seco que llevo por rostro!
¡Miren este horrible aspecto y regocíjense sabiendo que, comparadas conmigo, ustedes siempre serán las más bellas!
¡Sientan piedad por esta criatura horrible!
Me he encontrado a mí mismo desagradable; tal es el poder que tienen los insectos en mi cabeza. He visto mis labios hinchados, como picados por abejas, y he deseado arrancarlos. Mi verga apenas si ha florecido, y mi culo se niega a abrirse para dar placer. Me visto con vestidos rojos de lunares, como un hada gorda. Con mi piel sucia y grasosa. Por ello, debo morir de envidia cada vez que veo a mis hermanos, flores hermosas llenas de néctar, mientras que mis labios se encuentran llenos de un icor amargo. Los envidio y, como la reina malvada, corro hacia las profundidades de mi zapato, arrancándome los pulgares con los dientes, de puro rencor.
Este jardín, supuestamente, era un refugio para todes aquelles que el mundo no necesitaba más. Como la hermosa Divina, primera de las divas, renacemos de la tierra negra en este lugar. De la tierra manchada de sangre. Mi sangre, tu sangre. La sangre de este mundo, en esta noche. La sangre y la tierra son nuestra cuna y nuestra lápida, y sobre ellas danzamos las melodías eróticas de las voces de las sirenas. Las sirenas, que han encontrado finalmente el amor en sus cuerpos nuevos, cantan desde las copas de los árboles.
Ahora, cuando Nuestra Señora de las Flores —junto a sus amantes— creó este jardín, incurrió en unas reglas secretas de manera que nadie pudiera encontrarnos y herirnos de nuevo. Así, las florecitas amaneradas podríamos vivir tranquilas. Las reglas se han ido perdiendo con el tiempo hasta el punto que incluso nuestra propia existencia se ha hecho algo normal y banal. Cualquiera con un rostro hermoso podría cruzar las espinas hasta aquí. Nuestro jardín se ha abierto como me gustaría que mi culo lo estuviera. Sin embargo, aunque las reglas hayan desaparecido, algunos rituales aún perduran. En especial el de La Cosecha.
La Cosecha, de acuerdo a lo que dijo Nuestra Señora de las Flores, implicaba que su amante más hermoso, el Hijo del Granjero, bajara de la copa del rosal —donde se encuentran las sirenas y las maricas más hermosas— a nuestro jardín que se extiende por sus raíces. Ahí, se presentarían todes con la esperanza de ser coronades como reina de mayo y subir con él a lo alto del rosal, dónde harían el amor entre el perfume de las rosas y del poppers, felices junto a les demás reinas de mayo en una eterna orgía. Todes, incluido yo, deseábamos ser su reina. Deseábamos su piel tostada por el sol, sus brazos fuertes, sus abdominales duros, las nalgas redondas, la verga larga, los labios suaves, los ojos intensos. Sólo pensar en él podría hacerte babear.
Cuando llegaba el día de La Cosecha, todes corríamos de nuestras casas de setas y de arbustos, vestides en nuestros trajes de novies, de gasa y chifón, esperando en línea poder ser acariciades por él. Por tener su boca de hoz cerca de nuestras flores, para sentir su pala en nuestros culos, para sentirnos llenos de sus semillas. No tardaría en llegar por el más hermoso, el más dulce y llevarlo consigo. ¡Oh, dulces Williams! ¡Cómo los adoro y cómo los envidio!
Lista de personas que fueron nombradas reina de mayo por el Hijo del Granjero en las últimas semanas:
- Will Ford (22 años) – un lirio de cala, de belleza divina
- Bill del Río (25 años) – un plumerio, de perfume encantador
- Willy Stanford (19 años) – una orquídea blanca, pura y suave
- Billy Copp (21 años) – una lila, señal de malos augurios. Qué inesperado…
Miraba por las rendijas de sus casas, debajo de la tierra. Extendía mi sombra con rabia hacia las hermosas criaturas que podían estar con él. Flores de cinturas estrechas y piel suave. Deseaba estar en su lugar. Deseaba que estuvieran en el mío, pudriéndome en ese zapato. Sintiendo que, en comparación, yo palidecía. Que llegaría al punto de no ser más que arsénico en polvo. 1043 Cosechas llegaron y yo sólo quería ser elegido. 1043 en las que no elegirían a la hermanastra más fea. 1043 en las que miraba fijamente al Hijo del Granjero, buscando que su cara quedara quemada en mis retinas, gimiendo en secreto bajo la tierra, esperando mi turno.
(Silencio. Entra un presentador con alas de ángel. Lleva un micrófono de juguete ––de esos que al presionar un botón suena “Butterfly”, de Smile.dk––, y un traje azul marino a rayas. Sus alas son falsas).
ÁNGEL PRESENTADOR: ¡Flores e insectos, niños y niñas, damas y caballeros, madonnas y prostitutas! ¡Es el momento de la canción! ¡Vamos todes a cantar a coro con nuestro querido Drizella!
(Un querubín gordito aletea unas alitas diminutas mientras carga un acordeón de juguete. Se sienta junto al zapato-ataúd antes mencionado, para acompañar. Del zapato, de nuevo, como si se tratara de un acto de magia, sale DRIZELLA de la misma manera en que lo haría una idol japonesa. Escarcha, confeti, humo. Volvemos al mismo punto de siempre. En la parte de atrás, como en una proyección el HIJO DEL GRANJERO es visto cogiendo con diferentes hombres, como protagonistas de telenovela. Delante y detrás de DRIZELLA, varias flores llevan varas de luz, meciéndose gentilmente al ritmo de la música. Finalmente, DRIZELLA comienza a cantar “El lamento de las hermanastras”).
DRIZELLA: (con una felicidad completa y absolutamente falsa) ¡Esto es para todes mis fans, espero que lo disfruten tanto como yo! ¡Bendita sea la belleza masculina que nunca podré poseer!
(Comienza a llover ligeramente, cubriendo todo con un dulce rocío de azúcar. El maquillaje de DRIZELLA se va cayendo con la lluvia).
EL LAMENTO DE LAS HERMANASTRAS
Eventualmente llegó mi turno. Incluso la fruta rancia debe de ser cortada del árbol y el Hijo del Granjero posó su mirada en mí. Esperé ansioso el momento en el que llegara a mi cuarto y me hiciera suyo para que, cuando estuviera en mis entrañas, me convirtiera en una orquídea hermosa, en el lirio de los valles. Sentiría finalmente cómo su semilla me llenaba mi ano y yo florecía de nuevo, dejando de ser verde como un sapo o pálido como un repollo. Sin embargo, mi felicidad no llegó nunca. Cuando abrió las puertas de mi casa/zapato, no había ninguna sonrisa. Su cuerpo perfecto, atrapado en su mirada vacía lo hacía sentir de piedra. Metió su hoz en mi campo y pude sentir cómo mi cuerpo se retorcía. No sentía placer, no sentía amor. ¡No sentía nada! Empujones vacíos. ¡Oh, dulces Williams!. ¿fue esto lo mismo que ustedes sintieron? Mi envidia y mi rabia fueron sólo un poco más en su dolor.
La carne se abría. La piel se pelaba. Mi cuerpo se retorcía en un sinsabor incómodo. ¿Debía dolerme amar? ¿Debía dolerme renacer? ¿Debía dolerme la belleza? Los insectos nunca me dijeron que las mariposas sufrían en la crisálida. Con su verga de acero fue cortándome la piel; a empujones me perforaba hasta que salía por el otro lado de mi abdomen. Lo hizo de una manera quirúrgica, por cuartos. Una incisión por todo el medio, desde mi ano hasta mi perineo y de ahí hasta mi pene, para después llegar al ombligo y terminar en mi frente. Bendita sea Nuestra Señora de las Flores, que permitió que su verga no fuera curva. De la cabeza, por los hombros, cruzando mis brazos, hasta mis pies. Me había convertido en una fruta. Incluso la fruta podrida debe pelarse.
(La escena es la siguiente: una habitación decorada al estilo de Rose Petal Place o de Rosita Fresita. En una camilla se encuentra acostado, sobre la piel sangrante de un cerdo y pintada de cal, DRIZELLA desnudo. Está mirando fijamente al ––también desnudo–– HIJO DEL GRANJERO. Una a una, las luces se van encendiendo desde arriba y un coro de ángeles florales y de santas vestidas de idol danzan, levemente, al ritmo del troparion que cantan por lo bajo. Van quitando todos los elementos, las sillas, las mesas, las almohadas, los peluches, las paredes, el suelo. Un espacio blanco, como una clínica. Vacío absoluto. DRIZELLA mira con los ojos vacíos al HIJO DEL GRANJERO).
DRIZELLA: Ya no me sirves, ya no. Ya no me sirves, piel horrenda en la que he vivido como un pie. No, no es mi piel horrenda; es la tuya, que se ha vuelto horrenda. (DRIZELLA se sienta, y acaricia los pectorales del HIJO DEL GRANJERO. Suspira, apoyando su mejilla contra ellos). ¿Esta era la clase de placer que había esperado? El culmen de toda mi vida. Deshacerme de la mancha de mi virginidad, aceptarme en la mirada de mis hermanos. Verme en tus ojos y sentirme deseado. Pero, ya no me sirves, ya no.
EL HIJO DEL GRANJERO: El cuerpo firme, las nalgas redondas, la verga sin circuncidar. Debe de ser larga, limpia, el vello púbico rasurado. Pero no mucho, para que siga siendo masculino. Los pectorales grandes, la barba recortada, el olor al perfume. (EL HIJO DEL GRANJERO abraza a DRIZELLA). Pero tú no eres nada de eso. Estoy haciéndote este favor. Pronto no serás nada para mí ni para tus hermanos. Una hierba más en el jardín. Te cortaré en pedazos y te meteré en latas y todos los hombres de este mundo podrán disfrutarte.
DRIZELLA: Ya no me sirves, ya no. Me has arrancado la piel, esperando que muriera. Me has tirado a la basura sin esperar verme de nuevo. Eventualmente me llevarás, dulce muerte a la que me condenaron desde que salí del zapato. Pero no he de morir aún. Me has desollado tratando de arrancarme lo más vulnerable que tengo y así me has permitido renacer. Ya no me sirves, chico guapo. Ahora que te he visto, que te he tenido dentro, que tu semen está en mi culo, me doy cuenta de que vivo fuera de tu mirada.
Podía escuchar al coro de ángeles, podía escuchar cómo los insectos de mi cabeza eran triturados. En la cama, con mi antigua piel abierta y ahora nuevo como una ninfa, sonreía desnudo. Ya no era un pie, ya no era un cuerpo. Me vendería a mí mismo, para ser enlatado, pero sabría que hay algo más aparte de devorar y ser devorado. Cómanme una y otra vez, ¡oh, dulces Williams!, que la vida es un Cabaret, pero sus dientes nunca llegarán a tocarme de verdad. Doncella sacrificial, hermanastra más fea. Mi corazón es un reflejo de mi rostro. Me sentaré en este lugar, muriendo de envidia. Pero, por el contrario, no desearé sus lugares ni sus cuerpos, ni sus vergas, ni sus culos. He visto el mío y me he visto suficiente. Abran el palacio de la belleza y déjenme pasar para descansar entre las sirenas y las reinas de mayo.
(Los ángeles en jockstrap bajan con una atarraya hecha de espinas de rosa. La van abriendo delicadamente. DRIZELLA la pisa, sangrando al contacto. Una vez ahí, gira como primadonna, en las puntas de pie, mientras que los ángeles suben con él dentro de la atarraya en dirección al rosal. Pétalos de rosa cubren la cámara).